El Thyssen vestido como nunca antes, con mesas para tomarte el vinito y todo, con camareros y mucha seguridad. Ni rastro de Tita, ni rastro de Solana. Gente muy ducha en esto del arte, supongo, amén de señoras que necesitan TOCAR con sus arrugados dedos las superficies de los cuadros para comprobar que son auténticos, claro.
A lo largo de la muestra, muchos cuadros estaban sin el cordel disuasorio, y esto me ha preocupado bastante, viendo la cantidad de señoras que no saben estarse quietas.

Para muestra del tiempo que rodeó la boda de Giovanna con Lorenzo Tournabuoni, incluido el libro de gastos de los festejos con motivo del enlace, monedas con la efigie de la novia, joyas que ejemplifican la moda de la época.
Asimismo, la muestra se completa con otros retratos

No faltan ejemplos reales de las joyas que aparecen en los retratos, los mismos colganes o broches con formas de pavos, ángeles (porque eran jóvenes, bellas y muy piadosas), así como libros de horas con guardas de plata y oro repujados, toda una delicia a los sentidos.
Por último la visita se concluye con un análisis científico de Retrato de Giovanna, con pruebas espectrográficas, radiográficas y de composición química. Se ven las correcciones que el pintor realizó desde el dibujo hasta la conclusión, y arroja mucha luz al modo de ejecución de las obras en un periodo donde el óleo triunfaba más que los collares de coral rojo.
En definitiva, si no es Florencia en sí misma, para ser una pista de uno de los periodos pictóricos más interesantes de la Historia de la Humanidad, creo que es obligatorio pagar los 8 euros que cuesta la entrada. Y si luego salís más enamorados de la imagen icono del museo, podéis compraros algo del merchandising. Resalto los abanicos en 3D de todas ellas que, al moverlo, cambian (de plástico cortado al láser ná menos).
La exposición se podrá visitar en el Museo Thyssen-Bornemisza del 23 de junio al 10 de octubre de 2010.
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