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El edificio es un encuadre y un observatorio del horizonte lejano. La construcción proyectada, al elevarse, permite liberar en gran parte la ocupación de la parcela; así se hace posible la cesión de una parte del terreno privado en beneficio del disfrute social colectivo. Se contribuye de este modo a la generación del espacio público necesario que la ciudad contemporánea demanda.
Por otra parte, el gran mirador situado a 36,850 metros del suelo, ofrece a los vecinos un jardín comunitario y un espacio al aire libre en altura, donde encontrarse y gozar de las vistas.
En resumen, la propuesta quiere abrir la arquitectura doméstica al entorno de la ciudad nueva, al territorio próximo [los nuevos barrios, las redes de circulación, la sierra de Guadarrama] y también, por que no, al contexto mediático que nos rodea.
Los más de 23.000 m2 construidos contienen una gran variedad de situaciones y tipos de vivienda, como respuesta adecuada a la heterogeneidad e individualidad actual. Se trata de propiciar las relaciones humanas, integrando en un mismo edificio a grupos sociales diversos y modos de vida distintos.
Las circulaciones en el edificio son como pequeñas calles verticales. Sus transformaciones, a lo largo de cada recorrido, aglutinan el compendio de tipologías estructuradas a modo de pequeños barrios. Al exterior, cada uno de los nueve grupos de viviendas iguales o barrios queda identificado y diferenciado de los demás. Pare ello se utilizan distintas combinaciones en la modulación y posición de los huecos, así como los materiales, la textura y el color de los distintos cerramientos de fachada.
El vacío exterior, llamado también jardín en altura o mirador tiene una superficie aproximada de 580 m2 en planta [39,4 x 14,70 metros] y una altura de 14,14 metros [menos recrecido de 1,35 metros]; situado en la planta 12, aglutina la diversidad y da identidad al conjunto edificado.
Contra la seriación y repetición racionalista de la unidad familiar tipo, se plantea la variación razonable como respuesta a los nuevos modos contemporáneos de habitar. Se proponen organizaciones de viviendas flexibles y adaptables. Se trata de propiciar la identidad que cada habitante vuelca en su casa, facilitando la adecuación a un funcionamiento requerido e incorporando en lo posible los cambios y solicitudes de la demanda actual.
Y por supuesto, se priman los incuestionables valores del espacio habitable: el máximo de superficie y de luz natural, así como las adecuadas instalaciones de confort y las mejores vistas.

La plaza que la edificación en altura libera será un espacio colectivo. En este jardín abierto, la escultora Cristina Iglesias llevará a cabo una singular pieza de relieve y agua que además de dotar de un valor singular al entorno urbano, establecerá un especial diálogo con el edificio: la dimensión de esta escultura tiene las medidas del mirador y hace referencia a él como reflejo de un espacio desplazado y reflejado en altura. Se trata de jugar con la movilidad del agua introduciendo un elemento de relación con el tiempo y la vida del espectador, el paseante y el habitante.
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Fuente: Colegio de Arquitectos
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