
Porque sabiendo que iba a ser mi último madrugón hasta septiembre (por lo menos), a mi cuerpo le costaba relajarse hasta alcanzar la absoluta tranquilidad que precede al sueño. Y, lo que son las cosas, en esa película grabada a lo largo del día, quiso la casualidad que en medio de mi sueño fiestero (ESTABA DE FIESHTA!!!) me hiciera gran amigo de Doña Belén Esteban.
Y no sé cómo será en persona esta mujer, pero lo que sí que se es que posó junto a mi para la Blackberry en multitud de posturas, todas ellas super puras y castas sea dicho. Su vestido morado de gasa me dejó fliping in the colors por lo acertado, sensual y elegante. Me confesó encontrarse en un estado de lo más agotado respecto a su vida social. Y yo, que soy muy de escuchar y dar pocos pero grandes consejos, le hablé de la virtud de pasar de tó.

La noche siguió y paseamos por la Gran Vía a bordo de un gran boogie (era un boogie, pero gigante), y seguimos haciendonos fotos con la BB. Y venga a decirme de que me pasaba su movil, que ibamos a ser amigos para siempre, igual igual que Buzz y Woody.
Y en estas que suena el despertador a las 6.00 y me despierto echo un lío. Porque la Belén de mi sueño no se parece en nada a la Belén que todo el mundo conoce. Con lo cual, me reconfirmo en que los sueños son más bonitos que la propia realidad. La mayoría de las ocasiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario