10 ago 2010

"Origen" de Nolan: mi crítica

Cuando se entra a ver una peli que ya está empezada, lo mejor es ni siquiera entrar. Porque te pasas los primeros 20 minutos intentando encontrar un poco de sentido a lo que se está viendo.

En el caso de "Origen" el problema es mucho más grave que en cualquier peli de Sandra Bullock (a excepción de "Crash").

Otro problema que encuentro, es pretender ver algo similar a la brillante "El caballero oscuro". Es injusto y es un handicap para cualquier cosa que haga Nolan desde entonces en adelante. Inception es un ejercicio de voluntad: la audiencia debe poner de su parte para poder seguir bien la trama que se nos presenta. Esto es puramente postmoderno, y Nolan, lejos de ser un auteur a la carta o un director marioneta, se encuentra en ese amplio campo de directores que nos regalan joyitas y otras veces se pierden en discursos redundantes. Origen es algo asi como esto último.

Tiene escenas que, no lo se, pero de haber sido grabadas con técnicas tradicionales, alejadas de los ordenadores, serían puras obras maestras. Esto se sabe porque, al acabar la escena, se te queda la boca seca, igual que cuando se termina un orgasmo.

Pero por otra parte, la incercial secuencia de los 3 niveles (siento spoilear) se convierte en un bucle casi sin fin, como el reflejo de los espejos del primer cuarto del film.

El mundo de los sueños es algo a lo que el arte ha recurrido en muchisimas ocasiones. Nolan lo utiliza para derrochar escenas de acción trepidantes, empleando el ralentí como lenguaje puramente narrativo, algo genuinamente cinematográfico. Y a la vez la musica, una vez más, como argamasa que unifica las secuencias.

Los personajes son quizá, el talón de Aquiles de la fábula. No se siente aprehensión con ellos. Quizá el lanzarlos a un mundo irreal ayuda a desentenderse de sus sufrimientos y la empatía se vuelve, lógicamente, imposible.

Si acaso los personajes de Di Caprio y Cotillard, al desenvolverse constantemente en todos los niveles posibles de la conciencia, se vuelven los más verosímiles, tanto por la inexactitud de su ubicación como por lo real de sus interpretaciones. Di Caprio es un mal protagonista en este sentido, no cuaja su interpretación con el papel que le toca desempeñar, su gesto es correcto cuando agota sus recursos archisabidos, pero no da más, y este quizá sea el mayor desacierto, junto con la imposible intertextualidad, de Nolan.

Un filme, en definitiva, atractivo, diferente a lo que ofertan las salas en un verano como el que nos toca, pero que seguramente pase a formar parte de las películas que "si, están bien", pero tampoco mata.

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