27 jun 2010

"Edificio Mirador" (PAU Sanchinarro) de MVRDV & Blanca Lleó

Volte: va por tí
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El proyecto de viviendas en altura, proyectado por los arquitectos holandeses en colaboración con la arquitecta madrileña Blanca Lleó, quiere romper la excesiva homogeneidad del trazado previsto por el planeamiento, que contempla, en la casi totalidad de las parcelas residenciales, la configuración de manzana cerrada de 6 plantas. Sin embargo, el volumen proyectado para la parcela TR-22, se desarrolla en 21 plantas y emerge como referente para la ciudad y el territorio.

El edificio es un encuadre y un observatorio del horizonte lejano. La construcción proyectada, al elevarse, permite liberar en gran parte la ocupación de la parcela; así se hace posible la cesión de una parte del terreno privado en beneficio del disfrute social colectivo. Se contribuye de este modo a la generación del espacio público necesario que la ciudad contemporánea demanda.

Por otra parte, el gran mirador situado a 36,850 metros del suelo, ofrece a los vecinos un jardín comunitario y un espacio al aire libre en altura, donde encontrarse y gozar de las vistas.

En resumen, la propuesta quiere abrir la arquitectura doméstica al entorno de la ciudad nueva, al territorio próximo [los nuevos barrios, las redes de circulación, la sierra de Guadarrama] y también, por que no, al contexto mediático que nos rodea.

Los más de 23.000 m2 construidos contienen una gran variedad de situaciones y tipos de vivienda, como respuesta adecuada a la heterogeneidad e individualidad actual. Se trata de propiciar las relaciones humanas, integrando en un mismo edificio a grupos sociales diversos y modos de vida distintos.

Las circulaciones en el edificio son como pequeñas calles verticales. Sus transformaciones, a lo largo de cada recorrido, aglutinan el compendio de tipologías estructuradas a modo de pequeños barrios. Al exterior, cada uno de los nueve grupos de viviendas iguales o barrios queda identificado y diferenciado de los demás. Pare ello se utilizan distintas combinaciones en la modulación y posición de los huecos, así como los materiales, la textura y el color de los distintos cerramientos de fachada.


El vacío exterior, llamado también jardín en altura o mirador tiene una superficie aproximada de 580 m2 en planta [39,4 x 14,70 metros] y una altura de 14,14 metros [menos recrecido de 1,35 metros]; situado en la planta 12, aglutina la diversidad y da identidad al conjunto edificado.

Contra la seriación y repetición racionalista de la unidad familiar tipo, se plantea la variación razonable como respuesta a los nuevos modos contemporáneos de habitar. Se proponen organizaciones de viviendas flexibles y adaptables. Se trata de propiciar la identidad que cada habitante vuelca en su casa, facilitando la adecuación a un funcionamiento requerido e incorporando en lo posible los cambios y solicitudes de la demanda actual.

Y por supuesto, se priman los incuestionables valores del espacio habitable: el máximo de superficie y de luz natural, así como las adecuadas instalaciones de confort y las mejores vistas.

La plaza que la edificación en altura libera será un espacio colectivo. En este jardín abierto, la escultora Cristina Iglesias llevará a cabo una singular pieza de relieve y agua que además de dotar de un valor singular al entorno urbano, establecerá un especial diálogo con el edificio: la dimensión de esta escultura tiene las medidas del mirador y hace referencia a él como reflejo de un espacio desplazado y reflejado en altura. Se trata de jugar con la movilidad del agua introduciendo un elemento de relación con el tiempo y la vida del espectador, el paseante y el habitante.
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Fuente: Colegio de Arquitectos

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